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La profanación del cadáver de Bidó Medina

por Mario Bonetti

a) El déficit civilizatorio del llamado “Pueblo dominicano”

Desde hace años llevo en el pecho, como si fuese agua hirviendo en una olla, mi enojo, mi rabia, mi rencor y mi silente protesta por un rasgo distintivo de la Dominicanidad, a saber: el irrespeto por lo normativo, la inclinación a violar las leyes, las normas y las disposiciones establecidas si no hay la amenaza de castigos corporales o monetarios inmediatos.

Eso incluye la falta de respeto por cualesquier valor moral o espiritual codificado en prácticas institucionales. Repito: Con la excepción de violaciones que conllevan inmediatas sanciones físicas o económicas.

Llama la atención el respeto que siente el llamado “pueblo dominicano” por la autoridad política y militar, de donde se desprende su profunda admiración por el cargo de presidente de la República y los altos cargos administrativos, como los congresistas y los ministros, independientemente de toda calidad moral de la persona en cuestión (como acabamos de ver en los Gobiernos del PLD).

b) Entrando en materia: Lo que yo presencié en la Funeraria Blandino en el velatorio de José Joaquín Bidó Medina hizo que el agua hirviendo en mi pecho se derramara hacia afuera, abandonando yo la Funeraria bajo protesta. Casi como en todos los velatorios que yo he presenciado en la ciudad de SD, lo que hubo en el velatorio de Bidó Medina fue la pura falta de respeto por su cadáver. En la sala donde se coloca usualmente el ataúd no era como en los países civilizados, o sea un lugar de recogimiento interno y donde se habla sotto voce, mejor dicho, las personas que están sentadas juntas susurran lo que quieren expresar. Nada de eso: En la Funeraria Blandino lo que había junto al cadáver de Bidó recordaba una gallera, un parque público en un fin de semana donde la gente se reúne con los amigos para hablar (casi siempre de política) en voz alta, como hablan los dominicanos.

Junto al cadáver de Bidó Medina, a no más de un metro y medio de distancia, se aglomeró un grupo de hombres y mujeres quienes conversaban alegremente y hasta se tomaron fotos. Otro tanto ocurrió con los presentes en la misma sala: todos reían y conversaban en voz alta. Aquí saltaba a la vista la característica de esta población que no distingue entre el respeto a un difunto en su velatorio y un bar donde se toman cervezas.

c) En la “vieja” Europa

Yo le estoy muy agradecido a aquellas casualidades que han jugado un papel muy importante en el devenir de mi vida.

A esa constelación biográfica pertenece el haber vivido por tres lustros en la “vieja” y civilizada Europa, teniendo yo en ese entonces una edad plástica, que es la edad cuando se absorben fijamente las principales actitudes, las convicciones y los valores que acompañarán a uno hasta llegar a la tumba.
Fue en esa “vieja” Europa (del norte) donde yo aprendí a respetar la intimidad de las personas, como también los valores socio-culturales que contribuyen a integrar con relativa armonía la sociedad, como en general es la verdad contra la mentira, el respeto a los documentos y símbolos estatales, los derechos cívicos y las libertades públicas, la justicia y lo justo frente al poder político, y, entre esos valores pude aprender la cultura de lo luctuoso-fúnebre.

Ya yo no asisto a los velatorios de difuntos porque yo sé lo que me espera. Pero yo era amigo de Bidó Medina desde que era Rector de la UASD y consideré que era mi deber de amigo – un deber moral que no me traería beneficios – ofrecerle mi último adiós.

Lo que yo oí y vi en la sala donde yacía el cadáver de Bidó me indignó de tal maneral – lo repito con la venia del lector – que abandoné la sala y así se lo di a entender a Felucho Jiménez quien se hallaba entre los concurrentes.

d) Mi futuro cadáver

Termino con la información de que mi futuro cadáver no dará lugar a que desaprensivos conviertan mi velatorio en ocasión para una “chercha” entre amigos.

He cerrado un contrato para que mi cadáver sea convertido en cenizas por vía del fuego a lo sumo cuatro o cinco horas después de ser entregado a la agencia que incinera cadáveres y que mis cenizas sean esparcidas en mi jardín, allí donde moran los gnomos de mi pequeño bosquecito.

Post data: Favor de abstenerse de llamarme por teléfono para comentar este artículo. Si lo quiere hacer use mi dirección electrónica: mariobonetti@gmail.com

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